La terrible agonía de tener que vivir sin público en las gradas

Aunque todo apunta a que las competiciones en España se reanudarán a mediados de junio, habrá que aprender a vivir a ver los deportes sin público hasta que se consiga una vacuna, es decir, hasta principios de 2021
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FC Barcelona UD Las Palmas en el partido a puerta cerrada del 1-O


Es uno de los principales aspectos que preocupan a los aficionados de los diferentes deportes tanto en España como en el mundo entero, y es que si lo pensamos en frío, ¿qué sería del deporte sin público? Los partidos de fútbol no tendrían alma ni al importante jugador número 12, en el baloncesto no habría la emoción del último aliento de la grada, y en el tenis y el resto de los deportes más de lo mismo.


Antes de que se descontrolara la pandemia, cuando las cosas empezaban a decirnos por dónde irían, ya tuvimos que vivir algunos partidos de fútbol a puerta cerrada, como el de la Champions entre el PSG y el Borrussia de Dortmund entre otros. Sin embargo, la misma semana en la que en la Comunidad de Madrid se suspendieron las clases, el Atlético de Madrid y su afición viajaron a Inglaterra, concretamente hasta Liverpool, para enfrentarse al conjunto inglés en la vuelta de los octavos de final de la competición europea. Allí, cuando la alarma sanitaria estaba a punto de saltar, vimos al estadio de Anfield a rebosar, una bomba de contagios que podemos ver ahora. Lo mismo ocurrió en el encuentro entre el Atalanta y el Valencia, encuentro donde se cree que se formó lo peor, pues Italia ya estaba mal, y esos aficionados españoles fueron contagiados y acto seguido devueltos a España, donde el contagio se propagó rápidamente.


Ahora que se empieza a pensar en los deportes sin aficionados (al ser la única opción para seguir jugando ya que se prevé que esto vaya para largo) son muchos los que se paran a pensar en el pasado. En el poco valor que le daban a esos domingos en masa, cuando subían al estadio de su equipo y se evadían del mundo. Ahora, aunque las competiciones seguirán en pie, nada será lo mismo. A los partidos les faltará alma, y cuando por fin todo vuelva a la normalidad y todos podamos volver a disfrutar, seguramente miremos recelosos atrás y pensemos en la barbarie que nos ha tocado vivir. Seguramente, en un año leamos lo que ha pasado y sonriamos, porque aunque por el camino se hayan quedado muchas vidas, de algún modo u otro hemos vuelto a sobrevivir a lo que muchos son capaces de llamar una guerra sin balas.