Tebas en un acto de la Liga de Fútbol
Algo está pasando a nuestro alrededor. Aunque ya sabíamos que a los líderes sólo les interesaba el beneficio y la estabilidad propia, ha sido con la crisis por la pandemia del coronavirus cuando hemos podido reafirmar esos pensamientos. Pensamientos que se corroboran cuando menos tienen que llegar, que es siempre en estas situaciones tan delicadas. El mundo entero lleva desde el mes de marzo conviviendo con una pandemia que hasta la fecha es muy difícil de controlar por la dificultad de encontrar una vacuna que pueda pararla, los gobiernos nunca llegan a decir las cosas con claridad, la gente empieza a volverse loca debido al confinamiento, y la OMS advierte de que “lo peor del coronavirus está por venir”.
Sin embargo, esa frase no parece importar en España, que a partir de la semana que viene dejará salir a los niños durante un determinado periodo de tiempo, ni tampoco a La Liga y Federación, que ultiman con apuro sus últimas reuniones para fijar una fecha y las competiciones locales vuelvan a jugarse, sin importar los contagios o la salud de los futbolistas, cuerpos técnicos, árbitros y demás personal presente en un estadio a la hora de disputarse un partido, así como cámaras o periodistas.
Estas dos personalidades quieren comenzar los entrenamientos en mayo, para que el balón ruede en junio y ellos no pierdan enormes cantidades de dinero, no sea que se vayan a volver pobres por suspenderse con dos meses de antelación la competición. Después, al otro lado del campo están los futbolistas, que aunque en numerosas ocasiones se les señala como los malos de la película y los que sólo piensan en ellos, después de haberse bajado el sueldo y siendo conscientes de la cantidad de dinero que ellos mismos perderían si la competición no se reanuda, han dado su palabra y su posición con respecto al tema, que no es otra que la de sólo escuchar las palabras de sanidad. Están preocupados, es lógico, y algunos capitanes incluso hablaron en nombre del equipo afirmando que son recios a volver a jugar.
Ojalá esta pesadilla termine, y sobre todo y más importante, ojalá tanto el presidente del Gobierno como el de La Liga y la Federación recapaciten de todo lo que hna hecho mal durante estos meses (que ha sido todo) y se den cuenta que en juego no hay puntos, ni dinero ni un balón, sino vidas humanas.